Historia del cronometraje de carreras
¡Buenas! En este post queremos contaros de forma breve el recorrido histórico del cronometraje de carreras
¿Es el cronometraje de carreras tan antiguo como las primeras carreras?
Es curioso que los propios griegos no recurrieran a Cronos, dios del tiempo, para medir los tiempos en las carreras. En aquellos primeros Juegos Olímpicos solo importaba quién ganara. Y tecnológicamente tampoco había forma de cronometrar carreras.
En 1721 cuando George Graham incorporó una tercera aguja al reloj que marcaba los segundos; para el cronometraje de maratones era suficiente, pero para las pruebas de atletismo de más corta distancia los segundos eran insuficientes a la hora de cronometrar una carrera.
Era extraño que dos atletas de una maratón llegaran al mismo tiempo a la línea de meta, es por eso que tecnológicamente el cronometraje de carreras y el cronometraje en pruebas de atletismo ha requerido de necesidades y exigencia bien distintas.
Desde que Loues ganara la primera maratón en los primeros Juegos Olímpicos modernos en Atenas en 1896, la evolución del cronometraje deportivo tecnológicamente hablando de las carreras ha sido imparable, viéndose acelerada en los últimos años.
¿Quiénes fueron los primeros en arrancar el cronometraje de carreras?
Las primeras carreras cronometradas no fueron de índole atlética, sino que fueron las carreras de caballos en Inglaterra en 1731. El cronometraje de carreras vio la luz por primera vez en la Universidad de Oxford en 1850 y se cronometraba con una resolución de ½ segundo, según el modelo de cronógrafo que inventó Abraham-Louis Breguet. Hasta 1862 no se empezaron a cronometrar carreras con ⅕ de segundo.
Durante muchos años, los tiempos oficiales en carrera se ajustaban a quintos de segundo a pesar de que los jueces ya disponían de la tecnología para cronometrar pruebas atléticas marcando las décimas.
Los primeros modelos para el cronometraje electrónico que funcionaron por centésimas aparecieron en 1902. Fue Heuer en 1916 quien patentó un cronómetro al 1/50 de segundos lo que hizo que se convirtiera en el responsable del cronometraje en los Juegos Olímpicos desde 1920 hasta 1928.
La hegemonía de Heuer sobre el cronometraje de carreras en los Juegos Olímpicos se terminó cuando en 1928 Longines fabricó un crono de bolsillo que media con una precisión de 1/100 de segundo.
A pesar de la precisión en el cronometraje de pruebas deportivas que ya se había alcanzado en ese momento, no estaba exento de polémica. Las carreras de atletismo en pista, a diferencia de las carreras a pie en asfalto, requieren de una precisión más alta y, al ser carreras más rápidas, dos atletas podían llegar a meta casi al mismo tiempo. En varias pruebas se registró el mismo tiempo para el ganador y el segundo. En este punto empezaron a intervenir en los resultados de una carrera las cámaras fotográficas situadas en meta, con su consecuente polémica, porque en muchos casos las fotos contradecían las clasificaciones oficiales.
¿Qué ocurrió con el cronometraje de carreras populares?
En el caso de las primeras carreras a pie urbanas, éstas no se cronometraban; se anotaba solo el tiempo de los primeros.
A mediados de los 90 se empezó a utilizar el cronometraje con códigos de barras para poder obtener una clasificación, algo imprecisa, de cada participante. Una persona se colocaba en la línea de meta que iba pulsando un botón cada vez que entraba una persona, registrando teóricamente su tiempo. El corredor que entraba en meta se dirigía hacia la lectura del código de barras y automáticamente se le asignaba el primer tiempo libre de los registrados anteriormente, dando el tiempo y la posición en la que había entrado. Era un buen sistema de cronometraje para carreras con pocos corredores o de distancias muy largas,pero en cuanto subía el número de corredores o se acortaba esta distancia, empezaban a aparecer dificultades; en primer lugar, había que tener cierto control para que los atletas guardaran su posición entre la entrada en meta y la lectura del dorsal. Pero el mayor de los problemas venía con la llegada de los pelotones a meta; empezaban a aparecer desfases entre el primer control a meta y la lectura de dorsal en el segundo. Desfases que había luego que compensar cuando se publicaban los resultados.
En 1993 se creó en Holanda por unos estudiantes de universidad la empresa Championchip. Fueron los primeros en aplicar la tecnología RFID al cronometraje. Una tecnología basada en módulos de radio frecuencia. Estos módulos son capaces de identificar al corredor y asignarle un tiempo a su paso por un punto de detección.
Años más tarde fueron apareciendo otros fabricantes, pero no ha sido hasta 2007 cuando aparecieron sistemas como Ipico Sports o Chronotrack Systems. Estos sistemas igualaban o, incluso, mejoraban las prestaciones del sistema de cronometraje de ChampionChip.
En Timing Sense empezamos, hace 3 años, a desarrollar un sistema propio de cronometraje con el firme propósito de mejorar los disponibles en el mercado, aprovechando nuestra experiencia de más de 10 años cronometrando carreras de todo tipo.
Hemos diseñado una antena optimizada para esta aplicación, consiguiendo una tasa de lectura por línea superior al 99,8%. Toda la electrónica de nuestro equipo soporta más de 80º e incorpora baterías inteligentes que le dan una autonomía de más de 10 horas. No importa si el equipo lo tienes a 10 metros o a 100 kilómetros, desde cualquier ordenador con internet puedes saber el estado de las baterías, antenas, temperatura… y, por supuesto, obtener las lecturas de una forma fácil y fiable.
Nunca el oficio de cronometrar carreras fue tan sencillo e intuitivo. ¡Bienvenidos a la revolución del cronometraje deportivo!